Nathalie

 “Si sabes esperar la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz”.
Steve McCurry 



ℕ𝕒𝕥𝕙𝕒𝕝𝕚𝕖 ♡


𝕋ℝ𝔸𝕍𝔼𝕃 𝕁𝕆𝕌ℝℕ𝔸𝕃𝕀𝕊𝕋 
𝔹𝕒𝕣𝕔𝕖𝕝𝕠𝕟𝕒 📍

Documentando el planeta


La fotografía es mi gran pasión. Me dedico a explorar, fotografiar y planificar mi próxima aventura, te invito a conocer el mundo a través de mi lente.

PASION

 Fotógrafa de viajes por vocación y administradora de empresas de profesión. Mi aventura comenzó hace dos años, en los que he cambiado positivamente mi vida. He recorrido 15 países, sudamericanos en su mayoría, y mi camino apenas empieza. Llevo una maleta cargada de recuerdos y experiencias; ya no soy la misma mujer que dejó atrás su empleo y vida estable, los cambié por la posibilidad de vivir la vida que siempre soñé. Mi inspiración son los domingos en San Telmo y las callecitas de Buenos Aires en invierno, los colores de mi Colombia, los sabores grandiosos de mi querida Italia, la calma de Uruguay y los espejos de agua de Bolivia, la comida de Perú, la hermosa sonrisa de los venezolanos, la cultura mágica de México, la educación de los canadienses, Disney en Orlando, la elegancia de Francia, y mi querida España que me inspira cada mañana cada vez que abro los ojos. Si tuviera que armar un país ideal, tomaría un pedacito de todos los que he visitado porque cada uno de ellos ha dejado huellas en mí. 

El misterioso caso del vuelo 1361 de Aerolíneas Argentinas

 

Era el 21 de agosto del año 2014, tenia programado mi vuelo con dirección a Buenos Aires desde Bogota, antes de salir de casa realizo el web cheking y me dirijo a llevar mis dos hijos a su colegio, ese día desperté un poco nostálgica por tener que ausentarme de casa por varios días. Recuerdo que para animarme un poco, pongo a todo volumen en mi coche música de Gustavo Cerati y me relajo, después de conducir dos horas llego al aeropuerto sobre las 9.00 am y hago los tramites de rigor para pasar a la sala de espera, hasta el momento todo marchaba bien.

En el avión

Me tocó ventana y a mi lado se sentó una chica de México. Empecé a charlar con ella, porque debo confesar que despegar se ha convertido en una pesadilla desde que viajo constantemente; para evitar mis nervios, le pregunto sobre su ciudad de origen, y así es como empecé a olvidar que estaría volando durante seis horas.

Durante nuestra conversación, a los veinte minutos de abordar, ella me contó que había visto subir unos técnicos al avión. Poco después, el piloto nos indica que debemos ir al hangar ya que debían revisar los flaps, una pieza de las alas del avión, las que le ayudan a frenar, darle dirección y aterrizar.

Cinco horas y media después, seguíamos estacionados en el hangar. No nos daban más información, los técnicos del avión seguían dentro, había niños jugando por los pasillos, gente peleando con la tripulación. No podía creer el caos que había dentro del avión: no podíamos salir, estábamos todos encerrados.

Después de unos minutos más, los técnicos pasaron de vuelta por los pasillos y el piloto anunció que debíamos abrochar nuestros cinturones, ya que estábamos listos para despegar. De un minuto a otro hubo un silencio colectivo, y pensé por un momento: "Espero que todo esté bien".

Falsa alarma

Para colmo, los flaps nuevamente mostraron alerta y el piloto decidió regresarnos al aeropuerto. El silencio colectivo de antes se transformó en todo lo contrario: todos gritaban y no entendían porqué no salíamos. Yo, en cambio, me estaba dando cuenta de lo afortunados que fuimos al no despegar en ese avión. Pensé que quería volver abrazar a mis hijos.

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Llegamos de vuelta al aeropuerto y nos condujeron de nuevo a los mostradores. Algunos pasajeros lograron ubicarse en vuelos con conexión, pero ya con ocho horas de retraso, yo debí tomar el hotel pagado por la aerolínea para viajar al día siguiente, según la aerolínea nos recogerían a las 8.00 am.

Al siguiente día, llegaron las 8 am nadie nos respondió. Éramos varios vagando por los pasillos del hotel, mientras el estrés se apoderaba de nosotros; hasta del conductor del autobús que también esperaba instrucciones. Pasaron dos horas mas y empezaron avisar por las habitaciones que a las 10 am saldríamos de camino al aeropuerto.

De nuevo en el aeropuerto


Eran las 13 horas del día 22 de agosto, y aun no habían dado una solución concreta los de la aerolínea , solo nos llevaron a los mostradores del aeropuerto.Ya desesperada por los atrasos, llegué a la ventanilla y solo había un cupo en un vuelo con conexión a Guarulhos, en Sao Paulo, Brasil. Me prometieron un hotel, comidas y el vuelo.

Eran las 19.30 pm y ya habían pasado treinta y cuatro horas de esta travesía. Estaba agotada y solo quería llegar a mi destino. Abordamos el avión y vi a una pareja que estaba en la misma odisea: me dio un poco de tranquilidad verlos y me relajé.

Después de seis horas y media llegamos a Brasil, donde nos encontramos con que debíamos esperar seis horas más en el aeropuerto hasta salir a Buenos Aires. Nos acercamos a la ventanilla y, al contrario de lo que nos dijeron, no teníamos ni hotel ni cena, sólo nos dieron unos pases para reclamar algo de comida en una cafetería del aeropuerto.

Los ángeles existen y se convierten en amigos

Estábamos Guille, Atzu y yo esperando de nuevo. Nuestros rostros cansados nos permitieron conocernos naturalmente: hablamos de la vida, de lo afortunados que fuimos al no volar en ese avión y de ese misterio que tienen las casualidades.

Las seis horas se pasaron muy rápido y subimos al avión. Lo que no supimos en el minuto fue que los ángeles se convierten en amigos, y que esta odisea nos regaló una amistad que comenzó con una travesía.

Completamos cuarenta y ocho horas de aventura en un vuelo que debió haber durado ocho veces menos. Desde la ventanilla del avión, mientras observaba las nubes, pude imaginar las callecitas de Buenos Aires, que huelen a dulce de leche y mate, y ver las sonrisas de mis amigos.

 

"FUERON DOS DÍAS QUE SE ME HICIERON ETERNOS"

Desde el momento que vi que las cosas no marchaban bien, supe que tuve una segunda oportunidad, y por eso quiero finalizar esta historia con esta reflexión:

 "El momento de amar es ahora, el tiempo de vivir es ya".

Buen viento y buena mar, viajeros. 

MOLDAVIA